viernes, 26 de junio de 2015

Thay



A veces la vida parece complicada.
Tan complicada como la hacen nuestros pensamientos, dependencias o deseos.

Thay siempre nos habla de procurar por una vida sencilla.
De no perdernos la oportunidad de saborearla en cada momento.
De comer cuando tenemos hambre.
De reconocer lo que vamos a comer y sentir agradecimiento por ello.
De alimentar a nuestro cuerpo con alimentos sanos y respetuosos con la vida.
De no morder emociones entre bocado y bocado.
De no confundir a nuestro estómago en plena tarea, con conflictos que no vienen al caso
Es muy sencillo.
Cuando te dispones a comer, come.


Thay siempre nos recuerda lo necesario que es cuidar de nuestro cuerpo.
De observarlo y atenderlo como se merece.
De darle reposo cuando lo necesita.
De reconocer el tiempo de descanso y sentir agradecimiento por ello.
De aprender a pacificar nuestro sistema nervioso, de saber dar descanso a nuestros músculos y tendones, de poder descansarnos cada vez que nos exigimos demasiado.
De no confundir el descanso con mil distracciones de obligado cumplimiento.
Es muy sencillo.
Cuando te dispones a descansar, descansa.

Thay siempre recomienda ser conscientes de llevar el ritmo apropiado.
De no subirnos a un caballo loco para que sea él quien decida a dónde vamos.
De saber parar cuando queremos o necesitamos parar.
De ser conscientes de nuestros actos y sentir agradecimiento por ello.
De no reaccionar inmediatamente a todos y por todo.
De no obsesionarnos por lo que sucede en el lugar donde no estamos.
De no querer llegar antes de haber llegado.
De no irnos antes de habernos ido.
Es muy sencillo.
Cuando quieres hacer un largo camino, debes empezar por dar bien el primer paso.

Thay también nos recuerda que hay que tomar buenos helados, beber ricos tés, hablar con nuestros amigos largo y tendido y dar hermosos paseos. Por no rememorar, lo bueno que es, nadar en el mar, mirar las estrellas y reírse con las nubes.
Y tantas, tantas, tantas actividades sencillas que están al alcance de todos.